07 Oct Estimulación sensorial con personas mayores
Los mayores conforman un colectivo de población que en ocasiones pueden sentir que sus capacidades físicas y cognitivas se ven alteradas o disminuidas. Además, es muy común que en el caso de aquellas personas que sufren algún tipo de enfermedad neurodegenerativa se produzca una desconexión o una pérdida de interés por la realidad o el entorno que les rodea. Este hecho va normalmente asociado a la aparición de síntomas propios de algún tipo de demencia como delirios, alucinaciones, ansiedad o agresividad, que, a su vez, merman considerablemente su salud física y, como consecuencia, su bienestar y su calidad de vida.
Por esta razón es muy importante que la mente de la persona adulta mayor se mantenga activa y estimulada, y aquí es donde la estimulación sensorial juega un papel muy importante. Nos estamos refiriendo a un tipo de terapia no farmacológica que se lleva aplicando desde hace muchos años a personas que padecen o pueden padecer en el futuro algún tipo de deterioro cognitivo como Alzheimer o cualquier otro tipo de demencia o patología. Y es que no hay que olvidar que las personas mayores van perdiendo con el paso de los años ciertas capacidades sensoriales.
Se trata de un tipo de intervención que pretende trabajar con los distintos sentidos (visual, vestibular, auditivo, gustativo, propioceptivo o táctil) y que aporta grandes beneficios ya que contribuye a la mejora de la psicomotricidad, la atención, la exploración personal, el autocontrol o el conocimiento del propio cuerpo. Además, facilita la disminución de alteraciones conductuales y promueve la estimulación cognitiva. Es necesario aclarar que este trabajo se utiliza ya en muchos casos para reducir síntomas típicos de la persona demenciada como la agitación o la ansiedad.
Este tipo de terapia se suele llevar a cabo en lo que se conocen como salas multisensoriales conocidas como “Salas Snoezelen”, que son espacios o lugares dotados y equipados con los medios y recursos necesarios para ofrecer este tipo de experiencias sensoriales y en el que el anciano experimenta y disfruta de todos los estímulos que tiene a su alcance.
En dichos espacios terapéuticos se busca activar los sentidos y la percepción a través de un entorno repleto de estímulos (sonidos, música olores, iluminación, texturas…) que generan sensaciones agradables, placenteras y relajantes en la persona mayor. Por otra parte, son medios excelentes para canalizar las emociones de la persona y la evocación de recuerdos positivos del pasado.
Sin embargo, también hay que matizar que este tipo de terapia también puede realizarse utilizando otros recursos como colores, olores, texturas, y sonidos presentes en la vida cotidiana. Es decir, no es imprescindible emplear salas especiales si no se dispone de ellas. En cambio, lo que sí es importante es que esta clase de terapia se adapte a las necesidades o preferencias individuales de cada persona mayor, lo cual dependerá lógicamente del estado o fase de la enfermedad en la que se encuentre.
Conviene señalar, además, que estas intervenciones contribuyen a fortalecer los vínculos afectivos entre el terapeuta y el paciente aumentando la confianza y la comunicación entre ambos.
Asimismo, la terapia en cuestión ayuda a la persona a conectar y a relacionarse mejor con el medio que le rodea y, por lo tanto, a integrar mejor los diferentes elementos sensitivos a los que hemos hecho referencia anteriormente. En este sentido, las relaciones personales también se ven reforzadas gracias a los efectos positivos y la sensación de bienestar que genera este tipo de trabajo en las personas que lo experimentan.
Por otro lado, las actividades que pueden desarrollarse a la hora de trabajar la estimulación sensorial pueden ser diversas y variadas. Algunos ejemplos podrían ser los siguientes: si queremos estimular el sentido del tacto podemos, entre otras actividades, pasarle un objeto por el brazo (un pañuelo y una lija) y pedirle que indique si se trata de un textura áspera o suave, o esconder en un recipiente lleno de arroz una serie de objetos para que la persona los tenga que reconocer con los ojos vendados a través del tacto y, además, pedirle que describa las características de los mismos. También resulta muy efectivo disponer de un bloque de plastilina para moldearlo realizando diversas figuras.
Por otro lado, si optamos por fomentar el sentido del olfato podemos sugerir que se olfateen varios tipos de aromas para que se reconozcan y se indique a cuál pertenece cada una de ellos (limón, canela, cacao, fresa etc.). Del mismo modo, estimularemos el sentido del gusto dando a probar diferentes tipos de sabores para que se tenga que reconocer cada uno de ellos. Y si lo que queremos es potenciar la agudeza auditiva, basta con reproducir distintos tipos de música o sonidos para que, igual que en los casos anteriores, se reconozca o identifique cada uno de ellos.
En definitiva, este tipo de terapia debe ser tenido muy en cuenta para detener el deterioro general de nuestros mayores y, como consecuencia, preservar su calidad de vida. Sin duda, su uso será cada vez mayor en un futuro ya muy cercano.
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