El papel del pedagogo/a con las personas mayores - Temaer Asistencia

El papel del pedagogo/a con las personas mayores

El papel del pedagogo/a con las personas mayores

El continuo envejecimiento de la población y, por ende, la transformación social que conlleva, supone un cambio de mirada con respecto al concepto que hasta ahora se tenía de las personas mayores.

 

A día de hoy, este colectivo de la población, con una esperanza de vida cada vez más prolongada, demanda continuar formándose y desplegar todo su potencial con el fin de alcanzar un envejecimiento más saludable y enriquecedor.

En este sentido, la figura del pedagogo/a especializado en mayores se convierte en una pieza clave en los procesos de aprendizaje que acontecen durante esta etapa del ciclo vital con el fin promover una calidad de vida satisfactoria.

 

El pedagogo/a es un profesional que debe reunir una serie de cualidades indispensables para ofrecer la mejor experiencia y satisfacción posibles a las personas mayores: apoyo, calidez, tacto y comprensión, confianza, respeto, aceptación, escucha, potenciación de habilidades sociales y de comunicación, empatía y, sobre todo, vocación y pasión por la profesión y por las personas.
Como profesionales de la educación, nuestro principal objetivo no es otro que proporcionar un buen desarrollo personal y social con el fin de alcanzar un buen nivel de bienestar físico, psíquico y social.

 

Las personas mayores demandan en muchas ocasiones seguir desarrollando un proceso vital de aprendizaje y los pedagogos/as afrontamos la bella tarea de explotar al máximo dicho aprendizaje.

 

El pedagogo/a se encuentra ante el apasionante reto de ofrecer al colectivo de personas mayores una experiencia y una intervención que se adapte de la mejor manera posible a sus necesidades, intereses y motivaciones por medio de un conjunto de metodologías activas y participativas que les permitan alcanzar un estilo de vida mucho más activo y satisfactorio.

 

Entre nuestras funciones más importantes cabe destacar las siguientes: tener siempre en cuenta las necesidades de los participantes y aprovechar la riqueza de sus experiencias vividas, confiar en sus posibilidades de crecimiento (tanto personales como sociales), mantener su interés por aprender y reforzar la confianza en sí mismos. Todo esto por supuesto mediante la adaptación de la mejor manera posible a las circunstancias concretas de cada persona en el marco de su vida cotidiana.

 

En la intervención directa con los usuarios nos encargamos de diseñar, implementar, ejecutar y evaluar diferentes tipos de actividades y programas formativos dirigidas a potenciar las capacidades de estas personas. En nuestro trabajo diario llevamos a cabo diversas actividades que se encaminan al  esarrollo de dichas capacidades como la estimulación y mantenimiento de las capacidades cognitivas y físicas, la promoción de hábitos de vida saludables, el envejecimiento activo, el fomento del ocio activo y del tiempo libre, así como de la socialización, la integración y la participación.

 

Nuestros esfuerzos se centran en crear ambientes de trabajo saludables, fomentar la vinculación hacia el medio físico y social, ayudar a la mejora de la autorrealización personal en todas las facetas de la vida y una cuestión clave: fomentar espacios de reflexión que permitan la expresión de sentimientos, inquietudes y necesidades que nos ayudan a mejorar nuestra labor como profesionales dedicados al trabajo con este colectivo.

 

Desde mi punto de punto de vista, el perfil del pedagogo/a en el ámbito de la tercera edad está aún por descubrir.
Nuestra labor profesional con estas personas está todavía por visibilizarse y reconocerse debidamente, pero, sin duda alguna, adquirirá con el paso del tiempo un mayor peso y relevancia en nuestra sociedad.
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