17 Abr COVID-19 y Tercera edad
El covid-19 o comúnmente denominado coronavirus afecta principalmente a las personas mayores con enfermedades o patologías crónicas. Se trata de un virus que se transmite de persona a persona.
Normalmente se contagia a través de los microorganismos o gérmenes que van en las gotas que se producen al hablar, toser o estornudar. Otras formas de contagio pueden ser tocar ciertos objetos y zonas afectadas o llevarse las manos a la boca, nariz u ojos. Los principales síntomas son tos seca, fiebre elevada, fatiga, dificultad para respirar, pérdida de gusto y olfato y dolor de cabeza o garganta.
El periodo de incubación no es del todo exacto, pero se estima que tiene una duración aproximada de 15 días. La mejor manera de prevenir el coronavirus en las personas mayores, y por supuesto, también en el resto de la población no es otra que cuidar los hábitos de higiene al máximo y evitar todo lo posible el contacto con otras personas.
En este sentido, la OMS recomienda seguir las siguientes pautas para no contagiarse: lavarse las manos con frecuencia, estornudar o toser utilizando la parte del codo interna, desechar el papel utilizado al momento y mantener una distancia de seguridad de al menos un metro.
También es importante ventilar la vivienda y limpiar todas las superficies de contacto con productos de limpieza desinfectantes para eliminar la presencia del virus. Asimismo, se recomienda evitar que las personas mayores salgan solas al exterior para comprar alimentos o cualquier otro producto de primera necesidad y que sea el familiar o el cuidador/a la persona encargada de realizar este tipo de gestiones.
Como ya hemos señalado, existen determinadas medidas que contribuyen a reducir el riesgo de contagio. Para ello, es necesario que todas las personas que se encuentren a cargo del cuidado de los mayores conozcan de primera mano estas medidas. Sólo así podrán protegerse tanto a ellas mismas como a las personas a las que cuidan y así evitar la propagación de la enfermedad.
Una de estas medidas, probablemente la más importante para minimizar la posibilidad de contagio y, por tanto, necesaria para vencer a esta epidemia, es el ya conocido distanciamiento social.
Sin embargo, hay un inconveniente nada desdeñable y es que muchas personas mayores no están en condiciones de vivir solas o valerse por sí mismas sin la ayuda de otras personas que las cuiden y las apoyen diariamente ya que, en muchos casos, viven en residencias o recibiendo el cuidado permanente de un familiar o personal socio-sanitario.
A esto hay que añadir que la enfermedad también afecta a mayores con pocos recursos, aislados en zonas rurales o que ni siquiera disponen de una vivienda digna. Asimismo, tanto los inmigrantes en situación irregular como las mujeres víctimas de violencia de género, pueden considerarse especialmente vulnerables a esta situación.
Durante todo el tiempo que dure el estado de alarma y, por lo tanto, el riesgo de contagio siga vigente, es indispensable que en las residencias de mayores se adopten las medidas de higiene necesarias de acuerdo con las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
Por otra parte, desde el punto de vista pedagógico y terapéutico es importante que las personas mayores conserven sus rutinas diarias y se mantengan activas con el propósito de paliar la inactividad y el aburrimiento propio de esta situación.
Para ello es muy recomendable la realización de actividades cognitivas como leer, hacer crucigramas, sopas de letras etc. pero siempre sin olvidar las creativas y lúdicas como escuchar música, jugar a las cartas, pintar o hacer algún trabajo manual. Y, por supuesto, es importante, siempre que sea posible, hacer algún ejercicio físico como andar por el domicilio o montar en bicicleta estática.
Por último, es sumamente recomendable acompañar y pasar el tiempo junto a la persona mayor, charlando, viendo fotos y videos familiares o incluso realizando videollamadas, pero, sobre todo, calmarle ante la angustia o preocupación que puede sufrir debido a la situación actual.
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