25 Sep Pautas de comunicación ante una persona con demencia
El hecho de cuidar a una persona mayor que sufre demencia supone un continuo y constante desafío para familiares y cuidadores debido principalmente al trastorno degenerativo que caracteriza a esta enfermedad. Como ya es sabido, estas personas presentan algunos de los síntomas que por desgracia son muy conocidos (y algunos de ellos irreversibles), como la dependencia para llevar a cabo las actividades de la vida de diaria (tanto básicas como instrumentales), las alteraciones conductuales (aparición de reacciones agresivas) y la pérdida de memoria o dificultad para recordar hechos o cosas tanto del pasado lejano como reciente. Por todo ello es fácil deducir que se requiere una gran dosis de paciencia por parte de la persona cuidadora.
A esto hay que añadir que a medida que la enfermedad progresa hacia fases más avanzadas, el cuidador o cuidadora se va sintiendo cada vez más alejado de su ser querido debido en gran medida a la frustración, malestar y desgaste que genera este tipo de actividad.
En lo referente a la comunicación, cuando la persona-cuidador intenta establecer algún tipo de interacción con la persona-afectada es muy común que se encuentre con graves problemas debido a la dificultad de esta última para encontrar las palabras adecuadas y organizarlas en un orden mínimamente coherente lo que la hace perder el hilo de la conversación. Esto lógicamente desemboca en una enorme falta de entendimiento entre las dos partes implicadas.
Por lo tanto, para que la comunicación con el/la afectado/a sea lo más efectiva posible ofrecemos a continuación una serie de pautas que pueden ayudar a las personas cuidadoras a afrontar mejor la relación su ser querido.
En primer lugar, es muy importante que la persona mayor pueda escuchar bien los mensajes que recibe y de no ser así, es decir, en el caso de que sufra problemas de audición, se recomienda acudir a un especialista para que este, mediante una adecuada valoración a través de las pruebas e instrumentos necesarios, pueda prescribir un audífono (dispositivo electrónico que facilita una mejor audición por parte de la persona que lo porta).
También es muy importante cuidar el entorno y elegir el momento del día adecuado para entablar el contacto. No cabe duda de que la persona se sentirá más cómoda y tranquila en un espacio que propicie la comunicación, es decir, que esté alejado de ruidos o exceso de luz u oscuridad, así como de otros distractores que dificulten la misma como la radio o la televisión. Cabe aclarar que, siempre que podamos, debemos tratar de involucrar a la persona en conversaciones que sean de su interés para fomentar su participación e interacción social.
Otro aspecto muy importante (y que demasiadas veces se descuida) es la importancia de no escatimar las muestras de cariño y afecto (caricias, abrazos, tomarle la mano o el brazo) hacia la persona dependiente. Este tipo de gestos o actitudes predisponen al mayor a escuchar mejor ya que se sentirá reforzado a nivel emocional.
En ocasiones, puede resultar de mucha utilidad sonreír y emplear el sentido común a la hora de iniciar cualquier conservación. Al respecto conviene matizar que se recomienda utilizar siempre palabras y frases positivas mantenido en todo momento la calma y, como antes señalábamos, tener paciencia y escuchar todo lo que el paciente nos diga.
Por otro lado, a la hora conversar con él/ella resulta esencial ponerse a su misma altura, siempre cerca, mirarle de frente y los ojos y cuidar nuestra comunicación no verbal (gestos, miradas, postura). Asimismo, es conveniente hablarle despacio y claro por medio de frases o instrucciones sencillas, concisas y familiares que faciliten su comprensión sirviéndonos para ello de un vocabulario adecuado. Además, paralelamente se puede optar por emplear otros canales o medios de comunicación alternativos como fotografías, pictogramas, gestos o mímica u otros estímulos sensoriales (sonidos, olores, sabores).
Si fuera necesario, debemos repetirle el mensaje cuando notemos que no nos ha comprendido bien ya que hay que tener en cuenta que las personas con demencia presentan problemas de atención y de memoria, procesamiento de la información etc. Del mismo modo, observar su lenguaje no verbal nos puede dar pistas acerca de cómo se siente o de si está comprendiendo lo que le decimos.
A todo lo dicho hay que añadir que el tono de voz debe ser óptimo, con la suficiente intensidad para que nos pueda escuchar (en el caso de que tenga dificultades en la audición) pero al mismo tiempo tratando de que no resulte agresivo y, por tanto, le pueda incomodar.
En el lado opuesto, algunos aspectos que debemos evitar en el momento de interaccionar con la persona mayor son los siguientes: en ningún caso gritarle, interrumpir su discurso o elevar demasiado el tono de voz, ridiculizarle, criticarle o mantener cualquier tipo de discusión con él/ella. De lo contario, lo único que lograremos es que la persona aumente su nerviosismo y pueda llegar a manifestar conductas agresivas. Es decir, hay que evitar regañarle o avergonzarle con cualquier tipo de comentarios negativos.
Además, otra cuestión que no se debe olvidar nunca es que en ningún caso debemos dejar de hablar a la persona demenciada pese a que no nos pueda entender. Esto responde a la necesidad de que, ante todo, se sienta siempre acompañada, acogida y querida. Y, por supuesto, es imprescindible ante todo tratar a la persona afectada de cualquier tipo de demencia con la mayor dignidad y respeto posible
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