05 Mar La ansiedad en las personas mayores y consejos para prevenirla
Todos sabemos que a lo largo de la vida de las personas se producen multitud de cambios que afectan tanto a su salud física como mental, pero estos son especialmente evidentes al comienzo de la tercera edad y este hecho explica en buena parte por qué nuestros mayores son más propensos a padecer trastornos de ansiedad.
Como ya hemos anticipado, los síntomas de ansiedad que experimentan los adultos mayores pueden ser tanto físicos como mentales. En este sentido es muy común que perciban ciertas dolencias que afectan a su cuerpo como por ejemplo los conocidos dolores de tripa de o de cabeza. Pero quizá sean más molestos los síntomas manifestados en el ámbito cognitivo como la irritabilidad injustificada, el nerviosismo y la falta de concentración a la hora de realizar determinadas tareas.
Como es lógico las causas de la aparición de estos síntomas de ansiedad en los ancianos/as pueden ser muy diversas. Además, algunas personas llevan padeciendo este tipo de trastornos desde varios años atrás, lo que acentúa dicho problema a edades más longevas. No obstante, en la mayoría de los casos se relacionan más con los cambios vitales que acontecen normalmente a partir de los 65 años.
Entre dichos cambios ocupa un lugar preferente el inicio de la jubilación ya que muchas personas una vez finalizado su ciclo laboral se encuentran ante la novedad de disponer de mucho tiempo libre y no saben cómo ocuparlo satisfactoriamente, lo que les genera cierto grado de ansiedad.
Asimismo, es innegable el deterioro progresivo de las capacidades, tanto físicas como cognitivas, que acontecen en la vejez y que se manifiestan en la pérdida de la autonomía personal o en cierta dificultad para realizar las actividades de la vida diaria de manera independiente. La manifestación más extrema de dicho deterioro suele ser la que ocasiona que los familiares tomen la decisión de ingresar a sus mayores en una residencia.
Por otra parte, otros factores que pueden desencadenar la aparición de signos de ansiedad en la tercera edad tienen que ver con el aislamiento social propio de esta etapa de la vida, la disminución de ingresos económicos una vez finalizada la actividad laboral o la sensación de que la hora de la muerte cada vez está más cerca.
Sin embargo, conviene aclarar al respecto que, pese a los numerosos cambios que se producen durante esta etapa de la vida, el hecho de sentir ansiedad en algún momento puntual no debe considerarse siempre un signo de alarma ya que se trata de una reacción habitual para dar respuesta a los momentos más estresantes y cuya función no es otra que advertir y activar al organismo ante situaciones de “riesgo”.
Por todo esto es preciso tener en cuenta una serie de recomendaciones que van contribuir a que las personas mayores reduzcan o incluso puedan llegar prevenir la aparición de trastornos de ansiedad. Y la primera es la importancia de adoptar ciertos hábitos de vida saludable como los que explicaremos a continuación.
En primer lugar, uno de los aspectos que debemos tener siempre muy presente es que a las personas mayores les gusta sentirse muy seguras en su día a día por lo que sí, a causa de cualquier circunstancia, perciben que su rutina diaria se ve alterada, sus niveles de ansiedad pueden verse aumentados considerablemente. Es por ello por lo que resulta conveniente ayudarles a mantener, siempre en la medida de lo posible, ciertas rutinas, así como apoyarles y prepararlos ante los cambios normales que puedan acontecer y que supongan la ruptura de su monotonía diaria.
Por otra parte, hay que evitar la soledad y el aislamiento social, ambas conocidas como principales desencadenantes de episodios de ansiedad y malestar. Para ello, las personas más allegadas (familiares y cuidadores) deben acompañar y/o visitar regularmente (en el caso de que vivan solas) a sus seres queridos y animarlos a realizar tanto individual como colectivamente actividades de carácter lúdico y social que, por supuestos sean de su agrado, con el fin de mantenerles activos y ocupados.
Además, debemos animarlos a realizar un ejercicio físico moderado regularmente porque ello repercutirá muy positivamente en su salud física y mental. Dicho ejercicio tiene que estar adaptado a las capacidades y preferencias de la persona. De igual forma y desde el punto de vista mental es fundamental realizar prácticas de estimulación cognitiva con el objetivo de potenciar esta área. La suma de ambos tipos de actividades será decisiva para mantener un buen estado de salud y bienestar en general.
Por último, no podemos dejar de lado la importancia que tiene para la salud mental, y por tanto como como medio para prevenir la ansiedad, el hecho de llevar a cabo una alimentación sana, la cual debe estar basada en una dieta variada y equilibrada que aporte todos los nutrientes necesarios para el organismo.
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